Castilla-La Mancha ha sido y es cuna de personas que han dejado una huella importante en la Historia y que con su actuación han marcado el devenir de los acontecimientos.
Con esta nueva sección queremos acercar la vida de estos castellano-manchegos ilustres (algunos de los cuales, incluso os sorprenderá dicho origen), reservarles ese huequecito que se merecen y enorgullecernos de compartir raíces con personas tan admirables.
Comenzaremos con uno de los reyes más influyentes que hemos tenido y que todos conocéis: Alfonso X, el Sabio.
Para ello vamos a viajar a la Edad Media. Imaginaos… Nos encontramos en el año 1221, en la ciudad de Toledo. Esta ciudad llevaba en manos cristianas 136 años, por lo que la convivencia entre religiones era una realidad, aunque el marco seguía siendo inconfundiblemente árabe, como aún se puede apreciar hoy en día. Estamos en pleno invierno, en noviembre, cuando el día 23 nacerá un bebé medio castellano, medio alemán, hijo primogénito de sus padres y destinado a reinar en un futuro no muy lejano.
Durante su infancia recibió una educación exquisita y él aprendía diligentemente, característica que heredaría de su madre, Beatriz de Suabia. Este interés por la cultura lo plasmó durante su reinado al fomentar la publicación y traducción de obras en la nueva lengua que se estaba imponiendo, el castellano. De hecho, Alfonso X es considerado padre de la prosa castellana. Algunas de los escritos más importantes que nos ha legado son Las Siete Partidas, El Espéculo, Las Tablas Alfonsíes o Las Cantigas de Santa María, esta última escrita en galaico-portugués.
Pero su labor cultural más ambiciosa y más importante para Toledo, fue el impulso de la Escuela de Traductores, vigente en la actualidad. Alfonso X quiso reunir un conjunto de sabios hebreos, latinos y árabes para que tradujesen textos antiguos y obras importantes al castellano. Toda esta labor cultural le valió el sobrenombre de El Sabio.
En política interior no fue menos intrépido y gran parte de sus esfuerzos se centraron en la toma de los reinos musulmanes del sur peninsular, la repoblación de las zonas conquistadas o la creación del Honrado Concejo de la Mesta, donde agrupaba a los pastores en dicha asociación con el fin de otorgarles determinados privilegios.
No había cumplido aún los 63 años, cuando Alfonso X murió el día 4 de abril. Sus restos fueron enterrados en la catedral de Sevilla, ciudad que él mismo había conquistado unos años antes.
Este monarca sentó las bases del estado moderno y nos dejó un legado tan vasto como rico, ensalzando a Toledo como ciudad de cultura.
Rodríguez Llopis, Miguel (Coord.), Alfonso X y su época. El siglo del Rey Sabio. Barcelona, Carroggio, S. A. Ediciones, 2001.
Valdeón Baruque, Julio. Alfonso X el Sabio. La forja de una España Moderna. Madrid, Temas de Hoy, 2003.
“Alfonso X El Sabio” por Paloma Redondo
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